De selva se erige la infinidad del azul turquesa. Somos descendientes del pueblo de los murales, de la imágenes y de los dioses vueltos color. Azules que deslumbran las nubes entre apartados de la selva. Murales que dictan la fiesta de los siglos, los clamores del emperador renovado en un niño. Captura a los sacrificados, que desciendan por el inframundo, que suban a los cielos a parar el camino del tiempo: seremos comidos por la selva. Pinta que pinta el pintor, dicta lo que el presente me hará ver en mi pasado. Deidad de color: emperador, quetzal y jaguar.
El cielo imaginario, no real, impuesto en los muros arinconados en la selva. Eternos colores que corroe la humedad, alejándose segundo a segundo, evaporando el pasado de una civilización. De Bonampak partimos a otros lugares en bùsqueda de una civilizaciòn de piedra.
Los mismos caminos nos traerán a casa, estaremos sentados en un rincón recordando aquellas pinturas que cuentan lo que aconteciò.
-Lococista
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