sábado, 2 de enero de 2010

Henri Matisse o del color de una Mujer y alrededores

Se cae un rostro. Nace la visiòn sobre la nada en la que yace el mundo sin color. Apostamos por nada al iniciar la primer pincelada; abanicos de color, figuras que postran una realidad de lo irreal que busca ser cercenada por el artista que postra la inocencia en la arista. Color de mujer, cuerpo de mujer que transforma las visiones, parir el mundo en un instante en que te detienes a pensar sobre los poetas que mueren al tratar de decifrar tu bello encanto. El pintor muere después de pintar. Te sabe los secretos, aunque no todos, pues te aprisiona sobre el óleo en que engendras de nuevo la vida a la visión de la humanidad. Color: sentir las líneas de una mujer; abstracción de los temperamentos en que viven los siglos del mundo.












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