martes, 10 de junio de 2008

La búsqueda de una imagen



La imagen de uno mismo que tiene sobre sí es de gran importancia y trascendencia para la individualidad y la toma de conciencia de ser existente en el plano físico y no pasar desapercibido para sí mismo mientras camina por el mundo. El darse cuenta de que es un ser aparte de lo que lo rodea y por esto mismo el amor o la carga de energía dirigida hacia sí mismo. La preocupación de sí mismo como consecuencia de ser el propio responsable de cuidad en todos los ámbito, como espiritual y material, sentimental como racional y como individuo perteneciente a un grupo de individuos como él que conforma el medio social donde el yo se desarrolla. Este medio social representante de un mundo hostil y caótico para el cuidado de uno mismo. Un mundo que no le permite ni siquiera tener el mínimo amor para sí, pues es un ser envidioso que sólo le importa el amor hacia sí, que no le presta importancia al medio social que sólo lo devora y no le representa ninguna amor hacia los actores sociales. Si la importancia que tiene uno para sí mismo es de gran estorbo a lo social ¿para qué ser un individuo? El ser individuo fomenta a que el mismo individuo se preocupe sólo para sí, de esta forma, estar preparados para hacer lo mismo con su medio social inmediato. Si no estoy bien conmigo no estoy bien contigo, si lo que quieres es que esté bien contigo y te preocupas de mi bienestar, lo mismo haces a que el narcisismo sea parte fundamental para la conservación de mi individualidad, ser dueño de mis sentimiento y ser dueño de lo único que en realidad me pertenece, mi mentalota, mi forma de sentir y la libertad interna que pues orientar a mi actuar externo hacia el grupo que me rodea. El narcisismo es necesario para mí andar por el mundo, defenderme de la gran maquinaria social y la forma que gobierna mi persona, tenerme respeto para así darlo a los demás. Ni el mismo espejo lo veo como a mí mismo, sólo mi verdadera imagen es una imaginación vaga que me es necesaria para la conservación de mi realidad subjetiva y andar a tientas por el mundo objetivo, siempre especulando mi visión de mi mismo, nunca me diré como soy, nunca tendré la certeza de conocer la imagen concreta, si es que se tiene, de mi mismo. Soy lo que los otros me dicen, complemento con lo poco que me conozco y me sigo conociendo por medio de los demás. No nace palabra de mí sobre mi imagen especulativa, todo viene de un exterior que crea mi propia imagen con la cual la hago mi realidad. Esta misma especulación que hago sobre mi no es más que la base que soporta la realidad interna. Me quiero por mi imagen, me quiero por la imagen edificado por los demás de mí. Cuando se está a lado de la persona que se quiere, ¿se quiere por que se es? O ¿se quiere por que uno se refleja en esa persona? La realidad de este mundo complejo lleno de realidades aparte de la mía no basta para encontrar la verdadera imagen de uno. Siempre portaré un nombre para saber que soy y que me divido de una realidad externa a la cual no existe objeto en ella para encontrar la verdadera imagen que conforma mi ser, el darme cuenta de que existo y que con mi existencia creo una realidad y con ella una imagen donde ambas son sólo un pequeño componente de imágenes y realidades aparte de la mía. Creyendo que mi imagen la representa tinta impresa en cartón o que el espejo refleja una imagen que no es la mía, escucho mi voz en el estero y no la reconozco digo que es no soy yo, mi voz es diferente. Miro mi imagen en el televisor y me desconozco, esos no son mis movimientos y me digo que así no es como camino, el verme desde otro punto me pone en crisis, inclusive me decepciono de mi mismo por no ver la imagen que en realidad tengo de mí, esa imagen real que me ha costado trabajo forjar durante todo mi vida, desde el punto en que me di cuenta de que era un individuo, que formaba un ser aparte a mi madre y que mi madre era un ser aparte de mi y que ella poseía una vida. Mi mundo eran sólo mis juguetes, mi madre y mi hogar, teniendo total atención de esto componente de mi mundo perfecto, ordenaba sobre mis juguetes, los manejaba a mi antojo sin recibir queja alguna por parte suya, los manipulaba sin problema alguno. Mi madre me daba la atención en el momento en el que yo lo demandaba, teniendo mis técnicas para poder llamar su atención y ser el centro de su mundo al instante, ella y yo éramos un ser perfecto. Mi hogar era simplemente mi fuerte, las paredes que lo conformaban me protegían muy bien de un mundo extraño y enorme, un mundo al cual no me interesaba conocer por el mismo hecho de que no sabía que existía. Este mundo que se ha ido y la imagen de mi mismo de igual forma lo ha hecho, lo que no se ha ido es la búsqueda de esa imagen la cual en cada acontecer de mi existencia cambia son yo percatarme de ello. Observo una foto de mi niñez y me pregunto si ese infante en realidad soy yo, ésta imagen que en realidad no se parece nada a lo que soy ahora, la melancolía ahora me aborda, la imagen del pasado que en realidad cuestiono si es la mía, la imagen del presente que no termino por conocer y que creo nunca lo haré pues al parecer es parte del hombre siempre estar en búsqueda de una imagen, desde cuando uno toma conciencia de que es un ser individual a los otros, hasta cuando uno deja de ser conciente de la vida. La búsqueda incesante que no se detiene a pesar de ser un día de asueto. Ojos, nariz, boca, pestañas, brazos, cabellos: observo una foto de una imagen que representa mi imagen más sin embargo no deja de ser una imagen falsa autoría de un ojo mecánico. Tal vez uno es por el simple hecho de existir, uno no es una imagen, uno es una apariencia que puede ser borrada del tiempo y nunca llegar a ser una imagen concreta. He criticado mucho las fotografías, ¿por qué acudo a ellas? Será porque ellas son las que me ayudan a recordar el pasado que se fue y el que acaba de pasar, las que no me hablan pero que me dicen que fui y que soy una apariencia, siento bien al saber que soy por lo menos una apariencia: esa figura que sé que soy yo.

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